viernes, 15 de mayo de 2015

Una hermana que me acunó



Hace ya varios años, en el comienzo de mi vida en este país, en España, en Madrid, al otro lado del océano, en la madre patria; en una clase de interpretación una joven con cuerpo de mamá osa me acunó y me hizo beber de su savia, me endulzó con ella, y así hasta hoy que la vida nos ha puesto el mote de "hermanas" de no sangre.  Creo que la amé desde aquel día, que realmente no recuerdo qué día era ya que por esas épocas no importaba... los lunes eran como viernes para mí y los viernes como lunes.

Siempre nos reímos mucho, siempre le conté los pasos que daba en la ciudad que ella dice que algún día irá y no se por qué tengo la intuición que hasta se quedará por una larga temporada, siempre con ella lloré y no oculté mis dolores, siempre ella me abrazó y me siguió alimentando con su savia de mamá osa.  La locura de nuestra propia década de los 80 nos invadía y podíamos despertar en boites plagadas de ancianos con perlas en los cuellos y puros entre los labios. Los karaokes nos llamaban a sus oscuros confines, y mientras ella desprendía un chorro de voz muy propio de las mamas osas, lo mío era digno de una cámara oculta que haría sonrojar a mi madre en algún lugar del cosmos diciendo..."Qué mal canta mi hija..." Y nos reíamos, y ensayábamos obras que no pasaban de los ensayos, pero cómo nos reíamos.

Con el tiempo nuestras vidas fueron tomando sentidos diferentes pero aún así algunas veces compartíamos trabajos dados por personas que se decían empáticas cuando lo que menos eran era precisamente empáticas, y aún así nos reíamos, siempre, los cafés sabían a gloria en ese bar regentado por chinos. Pero poco a poco los caminos se iban alejando, no así las almas, ella siempre me siguió alimentando de su savia de mamá osa por mas que los verdes variaran.  A veces eran muy intensos, otras muy pálidos, otras eran indefinidos y de muchos tonos diferentes, pero su savia era la de siempre, la de mi hermana de "no sangre".


La mamá osa mañana coge un vuelo a la 5 de la mañana, porque también se empequeñece en sus ratos de trabajo y se convierte en una hormiga viajera que navega por los ríos de este mundo. Ayer pude oír su voz, en esos mensajes de audio que tanto nos salvan los dedos y en los cuales por lo menos oímos las tonalidades que van cobrando las voces y los silencios.  Las lágrimas se dejaban ver en mis ojos, porque sentir tan cerca a alguien es de las cosas más preciosas que tiene esta vida.  Sentir la conexión, sin importar la cantidad de encuentros materializados, las cañitas de los domingos, los cafés por Lavapiés o La Latina, los paseos a la sierra, los viajes fortuitos, la conexión está aún cuando todas estos momentos están ausentes.  Es la presencia en la ausencia.  Es mi hermana de no sangre pero que me ha compartido su savia.  Es la amistad pura, la que nos desapega de hasta lo que mas amamos.  Gracias amiga hermana mamá osa.

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