jueves, 30 de noviembre de 2023

A m a n E "SEr"




Entre mi pequeña colección de amigos entrañables un día apareció uno que era aquello que yo siempre creía que no podía entrar en mi categoría de amigo.  Esas cosas que uno tiene en la cabeza, y poco en el cuerpo y las emociones.  La cuestión es que un día me vi atrapada en  las conversaciones con un funcionario, que había votado a un color muy diferente al que yo votaba, que no era artista, que se vestía de punta en blanco, con lo que a mí siempre me habían gustado los desaliñados...  Y así fue como una vez más la Vida me echaba por tierra los pájaros de mi cabeza...y hasta los hacía zambullirse en el agua de la experiencia.  

Me hice Amiga de un "ser extraño".  Amiga, amiga deseada, amiga cuidada, amiga escuchada, amiga abrazada, amiga besada, amiga... La palabra amig@ proviene del latín amicus...relativo al amor, con el sufijo icus que da cuenta de la protección, de el cuidado.  El "ser extraño" se hizo mi amigo y me encantó contradecir a mi idea de que mis amigos tienen ciertas características. 

Una de las cosas a las que me invitó  este ser... fue a escribir...y de ahí nació esta historia...llamada "AmaneSEr".  

En estos días él se irá  a unos cuantos kilómetros a establecer su morada... pero fijate...me han nacido tantas alas entre las escamas últimamente que hasta quizás puedo volar...y tomarnos unos cuantos tés de vez en cuando....

Pasen y Lean... Y Vuelen...

"Un día se despertó con la idea de transformar sus escamas en alas. No tenía muy claro si lo lograría pero una astróloga que sabía leer el cielo de los océanos le comentó que su carta astral decía que ella sería capaz de hacer todo lo que se propusiera.

Tiempo atrás había conocido a un delfín. Los seres del mundo acuático creían que hacían la mejor pareja que nunca habían visto por los mares. En algunos montículos de algas se detenían a verlos hablar mediante burbujas. Las burbujas pequeñas eran susurros. Las burbujas medianas eran de una charla tranquila. Las burbujas grandes expresaban una emoción intensa. Un día ella emitió una burbuja muy grande y su amigo entendió que tenía que enseñarle a saltar en el agua. No supo muy bien para qué, pero sí entendió que ella quería experimentar lo que se siente al estar unos segundos suspendida en el aire.

Los días de entrenamiento comenzaban muy temprano. Se podían ver en las costas algunas personas que se hacían instantáneas extendiendo los brazos y sonriendo a unos aparatitos que simulaban ser cámaras de fotos. Ellos que vivían en el océano, donde el tiempo era mucho mas lento, no reconocían siempre los objetos nuevos que aparecían en las manos de los humanos.

Ella acababa exhausta, su gran cola de escamas era de un volumen tal que los saltos duraban unos pocas milésimas de segundo. Había días de mucha esperanza, era joven, tan sólo tenía unos 150 años, que para el lenguaje terrestre eran algo así como 15. Y otros días tenía la intención de tirar la toalla… a sabiendas de que acabaría totalmente empapada.

El día que soñó que su amigo la podría alzar hasta las estrellas para atraparlas en lo alto, fue todo un acontecimiento. “¿Y por qué no?” Ya lo había dicho la astróloga que leía los cielos de los seres de mar: “conseguirás todo lo que te propongas”. Así fue, como un día en que el mar estaba con unos tintes violáceos en las profundidades, ella llamó a su amigo y le dijo con una burbuja pequeñita: “tengo que montarme encima tuyo para alcanzar las estrellas”. Él emitió una burbuja enorme: “¡¡Es imposible!! ¡No llegaría nunca a las estrellas!”. Ella en un tono muy calmado, con una burbuja mediana, le dijo: “Si tiene que ser, será”.

A partir de ese día, los entrenamientos no comenzaban cuando las personas cogían sus aparatitos para retratar la salida del sol, ellos se reunían cuando todavía la luna brillaba en todo su esplendor. Los saltos eran medidos, amaban saltar, sin saber si algún día llegarían siquiera a alcanzar una estrella. Fueros días, semanas, meses de mucha tarea, un entrenamiento propio de aquellos que se proponen un día descansar porque saben que todo lo que estaba entres sus manos y escamas fue hecho.

En los aparatitos esos que simulaban ser cámaras de fotos fueron apareciendo unas imágenes muy extrañas al fondo del mar, algunos decían que eran gaviotas volando aunque las formas poco tenían que ver con las gaviotas, otros decían que eran manchas de las lentes mal limpiadas de los aparatitos, otros que debido a los estados de embriaguez parecía que veían peces volando, el hecho es que ella y él andaban siendo etiquetados en las pantallas, aunque nadie sabía bien lo que eran. Hay quienes hasta los confundieron con dos amantes que habían muerto juntos ahogados en el mar.

Quizás ya iban por el día 1000 de entrenamiento que para el lenguaje terrestre eran como el 100, cuando notaron que sus saltos eran tan altos que ya alcanzaban a tocar las estrellas. Y cuando esto sucedió para ellos fue una gran celebración, ni recordaban por qué habían comenzado a practicar a diario esta tarea, pero muy pronto ella lo recordó. Cuando volvieron a sumergirse en el océano otra vez, ella le dijo al oído con una burbuja pequeña: “Quiero Volar”.

A estas alturas él sabía que en la lectura de los cielos estaba escrito: Ella lo lograría, así que no tenía mucho sentido pegar una “burbuja grande”. Hizo esos sonidos tan enternecedores que hacen los delfines pasando su hocico por toda su cola llena de escamas y le dijo que tan solo le diera la oportunidad de verla el día que ella echara a volar.

A diferencia del delfín, ella tenía unos brazos preciosos, morenos, con una piel brillante que se secaba en microsegundos cuando salía al aire. Un día de luna creciente, antes de que la luna llena hiciera su aparición para revolucionar a las mareas y a los estados de los seres de la Tierra y del Agua y de los Cielos, ese día en que la luna forma una D, ella sintió que era la noche perfecta para el día perfecto.

Los dos salieron antes del amanecer. Los seres acuáticos seguían susurrando con burbujas pequeñas, diciendo que ellos prontamente seguro que anunciaban el enlace esperado por todo el océano. La noticia viajaría hasta la tierra y comenzaría a haber imágenes de ellos besándose en cada rincón de todos los océanos. Los primeros saltos fueron pequeños, jugaban, se salpicaban, se reían, hasta que poco a poco parecía que el momento de juego se transformó en algo serio, esa iba a ser la noche perfecta para el dia perfecto. Fueron tantos los saltos y hubo un momento en que ella llegó aún más alto que él. Cuando se zambulleron en el océano él emitió la burbuja mas inmensa jamás vista por ella. “¡No quiero que te vayas!”

El siguiente salto llegó muy lejos, ella alcanzó una estrella, se cogió y poco a poco comenzó a desaparecer. La luz del día estaba llegando. Lo último que él recuerda es que la miró muy triste y ella le guiño un ojo. Lo había logrado. Estaba volando cuando comenzó a reír tan fuerte que todos los aparatitos de la playa se dieron cuenta que había una sirena volando, pero desapareció antes de la primera foto."