domingo, 28 de febrero de 2021

Ingeniero de besos



La ultima entrada de este blog acontecía un 31 de diciembre del archifamoso, conocidísimo y tan vapuleado año 2020, no por mí, ya lo sabéis, yo he podido detectar que ese año que repite dos decenas en dos ocasiones sí que me había dejado bellos momentos y llenos de aprendizaje.  Lo que no sabía ese último día del año es que un día antes había estado observando desde un escaparate con lengua roja la presencia de un ingeniero de besos... 

El en realidad no lo sabía, el último día en su universidad, esa que lo había visto transitar por pasillos con cálculos matemáticos en la cabeza, con fórmulas eternas que ocupaban pizarras enormes de las aulas magnas, con días llenos de stress por terminar una carrera que hasta no sabía muy bien por qué la había elegido, ese día le dieron un título de ingeniero de caminos.  A veces las administraciones de cualquier estado y sus respectivos organismos se confunden, dan cosas que se sabe casi de antemano que son erróneas, pero es así.  El salió aquel día con su titulo bajo el brazo, el recuerdo de la sonrisa de mamá, la palmadita en el hombro de un  papá orgulloso de que su hijo había terminado una carrera que casi ni había elegido. El titulo quedó ahí archivado, en el cajon de alguna casa de las tantas casas que habían sido su morada.  De mas está decir que nunca ejerció de ingeniero, en realidad de esa palabra solo le quedaba el recuerdo de aquel título que ya no se sabe si se conserva en el mueble de alguna persona que restaura muebles aquí o allí...quien sabe... 

Pero en la vida, que todo tiene un por qué y un para qué, ese ser de cálculos matemáticos y fórmulas inacabables en pizarras de aulas magnas, se cruza con una hechicera que cree que la vida no tiene nada de fórmulas ni cálculos, sino que la vida está cargada de momentos mágicos, ilusiones, disfrute, rituales.  Al oír  como la palabra ingeniero salía de su boca sus tripas se retorcieron, sabía que no funcionaría.  Como ella era tan de tripas, o eso quería alcanzar, realmente estaba dispuesta hasta estudiar fórmulas matemáticas que la alejaran del cerebro, éste le había jugado tan malas pasadas en su juventud que mantenían una constante lucha con sus otros órganos.  Ella gritaba a los cuatro vientos que amaba sus piernas, que amaba sus brazos, su tripa, su pecho, su vulva,  su pelo al bailar, su boca, sus ojos, su nariz, que amaba sus dientes blancos, pero cuando le tocaba hablar de la mente su ceño se fruncía  y hasta la miraba así de reojo como con cierto resentimiento.  La mente la había hecho pasear por unos laberintos tan terroríficos en el pasado que le había cogido una manía importante...  Prefería mil veces su corazón o su tripa llena de vísceras.  "Ingeniero" dijo, probablemente en ese instante todos sus órganos se manifestaron:  "No, es mental", "No, esto ya sabes de que va", "No, será un eterno buscar explicaciones"...   Es en instantes como esos que la hechicera tiene que anteponerse a las manifestaciones prejuiciosas y dejar fluir la corriente sin etiquetar a éste de tal o al otro de cual. Una cuestión que le ha llevado años aprender pero que practica al pie del cañón cada vez que la luz del prejuicio se enciende.  

Así fue como el ingeniero fue dando señales de que nada es tan blanco o es tan  negro.  Que las artistas y hechiceras también a veces buscamos formulas para alcanzar nuestro arte, y los matemáticos le ponen corazón y música a las ecuaciones... Y así fue como las estructuras mentales que cada uno tenia se fueron deshaciendo, hubo algo que les acompañó incansablemente en ese conocimiento de ida y vuelta, la música, y hasta alguna vez hicieron el amago de volverse pareja de baile...aunque no les alcanzo el tiempo.

La hechicera todavía seguía sin poder comprender desde sus tripas qué es lo que hacía consumiendo su energía en noches apasionadas y desayunos llenos de charlas con un ingeniero,  nunca habían estado entre sus piernas personas vinculadas tanto  a las matemáticas y a la ciencia como ese ser.  Hasta que un día lo comprendió, y como ella acostumbraba a hacerlo, lo comprendió con sus vísceras y su piel.  Era casi un reto someter a sus amantes a seguir los pasos de manera casi minuciosas las instrucciones de el  capitulo 7 de Rayuela.  Sí,  ella cuando era adolescente era muy mental y jugaba con sus ligues a ver quien sabia mas de libros de literatura, así se aprendió varios capítulos de Rayuela para impresionar a sus interlocutores.  Pero con el capitulo 7 de Rayuela ella sabia que era una especie de danza que no podría evitar danzar cada vez que pudiera con alguna persona que lanzara  flores y mariposas a través de los besos de su boca.  Así se lo hizo saber al ingeniero.  Ella se fue dando cuenta,  ahí estaba la razón de ser, el  por qué de pasar algunas noches y menos días con un  ingeniero.  Solo que quizás en la universidad se habían equivocado de la especialización.  Los caminos quizás no eran el objetivo, o si, o es que esos caminos eran los caminos de los dedos encima de los labios, la lengua recorriendo la cavidad de la boca, los dientes chocandose, las salivas entremezclandose... esos eran los caminos que estaba dispuesto a perfeccionar a través del conocimiento.  Ingeniería es el arte y técnica de aplicar los conocimientos científicos a la invención y perfeccionamiento  de nuevos procedimiento en la industria u otros campos de aplicación.  Ahí estaba la razón de ser de su ingeniería, se convertiría en un ingeniero de besos.

Ella que tomaba cursos de intuición a distancia pudo reafirmar aquel palpitar que le dijo "No,  esto no va a funcionar".  Entristeció  porque hasta quería meterse en una tesis con sus respectivas hipótesis para demostrar que los prejuicios no nos conducen a nada... Aún así su intuición sí que iba obteniendo cada vez mas notables en los cursos a distancia.  La mente arremetió e hizo de las suyas... le puso cabeza a algo que es muy difícil ponerle cabeza.  Lo paradójico es que cuando entre dos personas existe algo que casi  no se puede explicar con palabras,  decimos que tienen "química", sabiendo que la química es la ciencia que estudia la estructura de la materia, su composición y propiedades.  La hechicera creía que lo que entre ellos había existido era pura química, pero de esa mágica, sin formulas, aunque con el paso del tiempo se dijo a si misma, que quizás sí que se puede explicar científicamente... y muy probablemente todo aquello naciera con esos besos que le enseñó el ingeniero de besos.  

Así se fueron cada uno por caminos paralelos, ella con el afán de quitarse prejuicios está dispuesta a conocer a un matemático que le explique si realmente dos paralelas nunca se unen en el espacio y también aprendió una vez mas que no todo es tan blanco ni tan negro, y que aún sabiendo que su intuición fue buena seguirá arriesgando por quitarse prejuicios de encima.  El ...él no sabemos que aprendió pero seguro que cuando ya ve un camino piensa mas en el camino de los besos que en todo lo que tuvo que estudiar en su universidad.