sábado, 11 de septiembre de 2021

La danza del miedo y la mediocridad (II parte) Las tres emes




A veces las monotonías se tornan tan aburridas que hay que romperlas...  A mi a veces me suele pasar lo contrario, que visito tan poco el aburrimiento que algunos días juego a aburrirme más de 12 horas seguidas...o 24...hay veces que espero hasta una semana... pero es tal el tedio que otra vez me invito a mi danza cotidiana de intensidad... A ver cuando será el proximo momento en que juegue a aburrirme.

Así estaban el Miedo y la Mediocridad bailando en su castillo de paredes grises cuando se dieron cuenta que podían tener otra invitada que les hiciera las veladas aún mas hastiadas.  El y ella se entretenían dando pasos en esas baldosas pequeñas, muy bien diseñadas, perfectamente medidas, pero tenian días de osadía que tiraban el castillo por la ventana y rompían la rutina.  Se metieron en una app llena de símbolos y le dieron al corazoncito.  

Una mañana apareció... Vestía de manera apropiada, nada estridente, colores ocres, sin brillos, era justo lo que estaban buscando.  Descubrió su rostro quitándose un velo que llevaba sobre su rostro, estiró la mano y saludó: "La Mezquindad".  El Miedo y la Mediocridad sonrieron, media sonrisa, ya sabéis que ellos no tienen momentos de efusividad, todo es muy comedido. La invitaron a pasar y mientras el Miedo y la Mediocridad se ponían a bailar ella permaneció sentada, con las piernas cruzadas y observando atentamente el panorama.  Le parecía increíble que bailaran con sus cuerpos entrelazados, si ella entraba a ese baile jamás se aproximaría tanto.

Así fue como impuso sus reglas: "No hay que dar más de lo estrictamente necesario, quizás un poco menos tampoco viene mal."  La pareja se miró, quizás tenía razón, se habían dejado llevar por el color rojo del pañuelo que llevaba el Miedo en su cuello.  Se lo quitó inmediatamente.  Se miraron fijamente los tres y comenzaron un baile con el contacto justo para que aquello no se convirtiera en un acto de locura en ese palacio tan gris. Al poco tiempo la Mezquindad se cansó y los dejó bailando solos.  Se sentía a gusto ahí entre el Miedo y la Mediocridad, creía que podían llegar a tener grandes momentos. 

De repente por la ventana se coló un rayo de sol potente, vigoroso, brillante, enloquecedor, digno de un cuadro de Monet.  Era tan estridente ese color, se vieron tentados a abrir las cortinas, romper las paredes, hacer saltar los cerrojos, cortar las cadenas...  Solo duró unos pocos segundos, se miraron y cada uno siguió cumpliendo su rol de una manera religiosa.  Cerraron rapidamente las cortinas y se hizo un silencio sepulcral antes de acabar el día. 

Las tres emes están ahí para no dejarte VIVIR, para que no pintes de colores las paredes de tus estados, para que no revolees la melena cuando suena Mi Danza, para que no repartas besos a todas y todos a los que quieras besar, para que no tires los manteles llenos de vajillas y te pongas a hacer el amor a las 2 de la tarde, para que pienses que si esto esta bien, lo otro encaja, lo de allá me conviene, para que sigas con tu vida de comodidades y no corras riesgos que te permitan volar.  Las tres emes son un equipo fuerte, pero mas fuerte somos nosotros para que un día los cojamos de las manos y los invitemos a quitarse las vestiduras y bailar a la luz de la luna mientras suena la orquesta.