viernes, 3 de julio de 2015

Los grupos en que latimos



Tenía ganas hace ya un tiempo de dar cuerpo, en forma de letras y experiencia, a esta idea que me viene rondando la cabeza de la necesidad de formar parte de grupos que nos unan a través de las acciones y las vivencias de los que en ellos habitan. 

Muchos ya sabéis que estoy llegando al final de un proceso de formación extraordinario como ha sido PCI (Proceso Corporal Integrativo de Antonio del Olmo), y por otra parte estoy siendo artífice de diferentes grupos que voy formando por distintas salas de la ciudad. 

En este 2015, he sido testigo en primera persona de la energía tan viva y sana que se genera en mi barrio, Puente de Vallecas, en el Centro Cultural Paco Rabal.  Casi de casualidad...aunque éstas no existan...un día me veo contactando con un tipo que vi cómo se columpiaba hace 16 años atrás aproximadamente en el barrio de Retiro de la Ciudad de Buenos Aires.  Aquel señor que hoy es un señor padre, casi sin pensarlo, y dejándose guiar por la intuición me deja al frente  de los tres grupos que lleva en dicho centro cultural; y así él se va tan tranquilo a recorrer el gran país del sur. 

Así fue como un día me veo al frente de casi 50 personas, cada una de su padre y de su madre, cada una con sus edades variopintas que iban desde los 14 años hasta los 70, cada uno con sus historias de vidas felices, de vidas tristes, de caminos realizados y de amores truncados, de religiones y espiritualidades diferentes, de corrientes políticas que podían ir pa un lao...o pal otro... 50 personitas que se entregan a mis directrices y lo empiezan a hacer de una manera paulatinamente confiada... hasta llegar al día en que te agradecen haber pasado por esas salas raras que tiene el Paco Rabal. 

Ya venía leyendo un libro de un antropólogo (José Maria Fericgla) que habla muy claramente de la necesidad que tiene el ser humano de pertenecer a grupos que los hagan sentirse parte de un microcosmos, dentro del gran cosmos de nuestra vida,  con sus normas ya establecidas, sus pautas, sus códigos, pero sintiendo que allí nos unimos a algo superior que en cada uno puede ser diferente: las ganas de compartir buenos momentos, la necesidad de formar parte de un medio expresivo como el teatro o el clown, la intención de unirme a un proyecto que me atrapa por el camino que significa construirlo, como puede ser una obra de teatro; buscar momentos de expansión, de liberación, de escucha interna y de la de los demás, etc. 

 Siguiendo estas ideas que nos acercan a un ritual, he sido partícipe de la danza de la vida que se genera en el Paco Rabal, con personas que se quieren, se apoyan, se mensajean, se dan ánimo en los momentos díficiles, se ponen serias e indignadas ante las situaciones que nos empañan la realidad, seres con un gran corazón que SON y VIVEN y LATEN más allá de quien se ponga al frente de ellos.  Fausto y yo, y otros profes antes, hemos sido facilitadores para que SUCEDA LO QUE TIENE QUE SUCEDER, ellos lo hacen posible con su entrega. 

Con esto quiero enfatizar y gritar a los cuatro vientos que los grupos nos sanan, allí donde bailamos, donde expresamos, donde lloramos y reímos, donde cantamos y hacemos silencio, en los grupos vivimos y latimos.