miércoles, 23 de septiembre de 2015

Practicar en la adversidad

    


    A medida que me voy introduciendo más en la meditación voy también enfrentándome a diferentes retos en esta milenaria práctica, tan sanadora por cierto.  En los comienzos parece que esos 5 minutos sentado en tu cojín, con tu alfombra (esterilla en mi caso), tratando de hallar un buen momento de silencio que acompañe a la práctica, se hacen interminables.  Los pensamientos no dejan de pasar, las incomodidades no dejan de levantar su mano y decir "Presente!", los segundos parece que son minutos... y los minutos ya no os quiero decir.
     Una vez en que ya vemos que esos 5 minutos son asumidos como algo que podemos conseguir con más momentos de conciencia, de apartar a la catarata de pensamientos, de que las incomodidades ya no molestan tanto, vamos poco a poco alcanzando los 10.  
     Y no pasa tanto y ves que ya los 15 también se llevan muy bien, siempre en ese espacio que te has asignado para este momento, de calma, de tranquilidad, de estar con lo que hay que estar que es el momento presente.  En algunos casos hasta acompañado de esas músicas tan bien hechas que hoy se encuentran en cualquier lista de Spotify para que la conciencia sea más fácil de alcanzar. 
     Cuando menos te lo esperas, y ya has pasado muchas veces por la tentación de abandonar este HACER EN EL NO HACER,  ya ves que tu práctica alcanza los 30 minutos, y hay algo de placer en esa sensación de haber alcanzado algo que parecía imposible hace unos meses o años. 30 minutos de quietud, de silencio, de conciencia, de despertar al AQUI Y AHORA,  de apartar pensamientos porque ellos siguen estando ahí sin que los llamemos, pero también se van muy a gusto.  El cojín que has elegido, el espacio que has elegido, la música que has elegido, y tú ahí sintiendo que lo consigues con mucha voluntad cada día.
     Pero llega el día en que esa práctica trasciende ese espacio tan bien ornamentado con los objetos propios de una meditación, ese espacio ya no es sólo el espacio en que estás dispuesto a practicar porque poco a poco vas observando que muchas situaciones en tu vida te ponen en una PRÁCTICA CONSTANTE.  Cada situación que va apareciendo te da la oportunidad de estar despierto y practicando, ya no hay cojines bonitos, ni músicas relajantes, ni velitas ni todo el merchandising pro vida plena que tan bien se consigue en estos días.  Te olvidas de el decorado y te encuentras en las situaciones mas insólitas practicando y conectando con TODO lo que te rodea.
     Día de ir aquí y allí, metros, corridas, reuniones, uniones, y de repente entras en una sala de espera odontológica con unas 60 personas sentadas, con muchas caras de amargura, con señoras que dicen que llevan horas sentadas en asientos incómodos, trabajadores que no han podido comer, y tú te sientas en algún lugarcito que queda por ahí libre.  Y DECIDES, tú DECIDES que esa larga hora que te queda de espera no será mirando todo el tiempo un móvil, o yéndote a pasear por todo lo que tienes que hacer cuando llegues a casa.  Decides estar ahí, conectado con tu respiración, con ese despertar que te ofrece una vez mas la vida, esa toma de conciencia del aquí y el ahora.  Te llaman después de hora y pico, y hasta te ofrecen un Valium, si un Valium porque un implante "te puede poner muy nerviosa".  Claro que NO!! Yo esto no me lo pierdo!! Arremetan con los dos implantes que yo estaré ahi para VIVIRLO lo mas conciente que pueda estar.  Cuatro manos se metían en mi boca, la anestesia, sentir la presión de objetos desconocidos, las encías sangrando, y yo ahí PRACTICANDO.  Practicando en la adversidad.  En el terreno de las enseñanzas budistas este es el camino del Vajrayana ( "El Vajrayana se basa en considerar a todo el mundo y aprovecharlo TODO como una oportunidad para estar despiertos" del libro "El Buda entra en un bar")
No eché de menos mi cojín ni mi espacio, la práctica se puede hacer presente mientras tú estés presente.