martes, 23 de abril de 2024

Día del Libro...


Hace unos días apareció por la puerta de una sala de teatro un señor que parecía un Papa Noel... Y me traía un regalo....un regalo que a la vez para él había sido un regalo... Y me dijo. "Aquí está el texto, bien impreso y encuadernado como se merece". Casi se me saltan las lágrimas...Yo, aún habiendo escrito ese texto, no lo había encuadernado, ni anillado, realizado una tapa, con su nombre, su autora, tan sólo lo tenía en forma de documento dentro de varios dispositivos tecnológicos o a lo sumo en unas hojas sueltas que andan por la casa de arriba para abajo, como anda mi gata por aquí y por allí.   

Y ahí lo vi, el texto. Lo más parecido a un libro que tengo... Ahí estaba... Tomando cuerpo, comenzando a gestarse... Era como ver que desde la tinta  y las formas de las letras nacían unos dedos...unas manos...unos pies...unos cabellos...negros...blancos...unos dientes... y comenzaba el baile...comenzaba el juego.... El mapa del texto teatral cobraba una vida más corporea... con una de allá y otro de aquí...   

En esta reflexión estoy hoy.  Siempre me reconocí muy lectora, mis cuentos de pequeña eran mi refugio, los recuerdo muy bien, hay algunos que todavía los tengo tan en mi memoria que propongo jugar con ellos en mis clases de teatro terapéutico.  A mi los cuentos me salvaban, me hacían volar, me transportaban a atmósferas muy ocultas en mi vida de ciudad, hija de matrimonio de clase media que criaban a hijos con los mandatos establecidos por la sociedad y la religión.   Y como buena geminiana inconformista y curiosa, para mí eso era aburrido por lo cual me sumergía en las aguas de las letras y podía allí permanecer conteniendo la respiración durante horas. Los libros y yo hemos sido unos grandes amantes... de esos que jugaban a la "Rayuela" en la hora de la siesta.   Y todo ese juego de Volar, Bucear, Bailar permanecía en mi mente. Yo creo que mis neuronas jugaban a la hora del té a las cuatro, a las cinco, a  las seis, y a veces hasta perdían los zapatitos a las doce de la noche.

Pero cuando llegó el teatro y esas letras se hacían cuerpo, ay..., cuando llegó ese día y las "Ciudades invisibles" podían ser caminadas,  en "Los Días Felices" enloquecer,  hablar con los fantasmas de "La Casa de los Espíritus", transitar por las generaciones de pelos negros y blancos de "Cien Años de Soledad" , cuando las palabras empezaban a hacer su danza en un texto teatral, eso ya fue el amor mas pleno de los amantes.  Había carne, había tripas, había respiración, y también había libros.

El otro día ver mi texto, aquel que nació entre besos, abrazos, gritos, amores encontrados y amores perdidos, entre papelitos, cánticos, banderas, risas y llantos, ver ese pequeño trocito de mí que contiene luces y sombras, en las manos de un señor parecido Papa Noel, fue el mejor regalo del día del Libro que podía tener. El libro que es mi libro. El regalo que ha sido regalo. 

Los libros... allá donde sea que yo me vaya en estos días, en los futuros, siempre siguiéndome, siempre viviéndolos, porque para mí la Vida y los libros van de la mano... Borges decía "Hay quienes no pueden imaginar un mundo sin pájaros, hay quienes no pueden imaginar un mundo sin agua, en lo que a mí se refiere, soy incapaz de imaginar un mundo sin libros", y creo que esto nos sucede a los lectores porque para nosotras los libros son agua, aire, fuego y tierra... 




 

3 comentarios:

  1. Que bonito resumen, y que bien retrata el alma de una autora sensible y mejor lectora.
    Nada es comparable con el disfrute de una buena historia

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  2. Que hermosura, cuanta sensibilidad y cuanto amor por volar a la aventura de contar y yo feliz por ser parte de eso, gracias Andrea Santillán, que el viaje nos vincule y nos lleve a volar tan alto como el amor al treatro nos lleve.

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  3. Gracias Andrea. Yo tampoco imagino un mundo sin libros, ni teatro.

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