Y bailaban el miedo y la mediocridad...Se entendían en sus pasos... ¿Qué habitaba en sus "seres" para que ellas no se pisaran los pies al hacerlo? El miedo le decía al oído que mejor moverse con pasos controlados, sin grandes aspavientos, para que no tuvieran la sensación de que algo que los sacara de la normalidad, por su parte la mediocridad que le gustaba tanto quedarse a mitad de camino le hacía caso. Bailaban en un espacio pequeño, no querían hacerse notar porque el miedo tenía pavor a salirse de las baldosas que le marcaban el límite, y la mediocridad se entregaba a esa danza sin colores para que nadie los mirara por ser inapropiados.
El miedo y la mediocridad se unieron y no hicieron nada que los hiciera felices, no "eran", solo "permanecían", con una paleta de grises que los llevaba por todos los sitios silbando bajito y no saliéndose de las baldosas, ni metiéndose en madrigueras de conejos.
Cuando terminé de lavarme los dientes abrí el cajón de la mesilla de noche y me tomé una pildora roja. Yo elijo bailar al borde del abismo, y si me da el punto hasta salto... ¿Sabéis que? Siempre encontré una red... Todo está en nuestra preciosa y bella cabecita. Los dientes me quedaron más blancos que nunca.
Interesante la posible relación que sugieres entre miedo y mediocridad.
ResponderEliminarSchopenhauer decía algo así como que la persona inteligente no tratará de perseguir la búsqueda del placer, sino la ausencia del dolor. Pensaba que, en general, el sufrimiento es muy superior en intensidad a la felicidad, ante posibles sucesos en la vida. Así que, siendo él realmente genial, me pregunto cómo abordaría él esta relación entre miedo y mediocridad.
Muchas gracias Andrea.
El miedo siempre paraliza, sin embargo la prudencia es un don protector. Detrás de tirarse a un abismo suele haber miedo, porque el miedo siempre empuja en contra de la vida.Interesante tu escrito. Un abrazo Andrea
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