lunes, 7 de mayo de 2018

Día de la madre imperfecto. Las madres que habitan en mí






Basta con qué no quieras recordar tanto a tu madre para que  los astros te la pongan ahí en cada paso de este fin de semana, donde los mensajes llenos de corazones y besos inundaban las miles de redes a las que pertenecemos.

Madre, allá  a lo lejos...unos cuántos kms. y hace tiempo... me dabas la vida.  Da la casualidad que a la tierra que me vine a vivir estos años, unos 17 ya, mi cumpleaños y el día de la madre están muy cerquita, como para que no pasen desapercibido los mayos que viva en este lado del mundo. La madre que tuve y la madre que soy.

Ayer, te vi en un ataúd construido con cojines y  me reí de la muerte, me reí de la enfermedad, me reí de la soledad, me reí de estos casi 20 años que llevo sin verte, y abracé las raíces que tan bien supiste construir, tanto a mi como a mis hermanos, abracé a una compañera que me acunó y me sonrío como lo hacías tú cuando dormíamos las siestas porteñas juntas, abracé la seguridad que construías en mi niña cuando tú bien sabías que no me dedicabas todo el tiempo que yo necesitaba, te abracé y me reí , me reí y abracé.  Y así alcancé a mi hijo, que él ya va sabiendo que su madre ríe y llora casi sin pestañear.  Su abrazo fue la frutilla del postre de este día de la madre en que la mascarita roja me dió vida, paz, calma en estos momentos tan llenos de turbulencias.

Los mensajes de días espléndidos se seguían sucediendo, y también envié mensajes a personas que durante años permanecieron...permanecen y permanecerán seguramente en mi corazón, madres que me acompañaron y me acompañan en mi andar.  Algunos con respuestas preciosas, algunos con respuestas escuetas, algunas con respuestas tan silenciosas que parecían  el aire de un desierto.

Y ahí iban mis emociones, danzando entre madres que pasaron por mi vida, entre la madre que soy, entre las heridas que dejan penetrar la luz.  Un dia de la madre imperfecto pero con la alegría de que yo estaba en el lugar que quería estar, y con la personita que quería estar. No grandes mesas, no grandes regalos, no grandes mensajes, sólo las madres que habitan en mí y mi cachorro.



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